1.5 Platón y la perfección

Las ideas platónicas: la división de la “realidad” en físico y mental

Pocos filósofos de la antigüedad son tan famosos como Platón. Sus teorías fueron novedosas y excepcionales por muchas razones pero aquí hablaremos de un aspecto de su teoría que aún hoy tiene influencia en el modo que pensamos: los conceptos abstractos.

Para Platón existen dos mundos. El primero es el que vemos, tocamos y escuchamos, la realidad cotidiana. El otro mundo es una versión abstracta de nuestra experiencia normal, como una duplicación perfecta de todo nuestro universo. Por ejemplo, estoy aquí sentada escribiendo en una silla. Esta silla es negra y pequeña, otras sillas en las que me he sentado fueron de otros colores y tamaños, materiales, etc. Pero todas son sillas. En el mundo abstracto, hay una sola silla, una idea de todas las sillas que hemos visto, han existido y existirán. Por eso no tiene características individuales, es una idea general, o lo que decimos, es un “concepto” como los que tenemos en nuestra mente cuando pensamos en la idea de una silla. No es una silla en particular, es una silla que es todas las sillas a la vez. Esto es lo que Platón llama un concepto abstracto, perfecto, ideal.

Hasta aquí, existen dos mundos, uno perfecto y otro imperfecto. Lo más interesante no es que estos dos mundos existan, sino su relación. Esa silla ideal existe y por eso todas las sillas del mundo existen: es su causa, como si fueran el “dios” silla, que crean las sillas del mundo. Las sillas del mundo cotidiano son “copias” imperfectas de esa silla perfecta e ideal.

En ese mundo de ideas perfectas existe todo lo que tenemos en nuestro mundo corriente, solo que en su versión ideal. Platón lo llama el mundo de las “ideas” o “eidos” en griego. Un mundo perfecto ideal, a través del cual podemos conocer nuestra realidad. Para Platón, la realidad no la experimentamos con nuestro sentidos, la realidad “Real” es esta realidad perfecta de las ideas. Cuando creemos conocer algo, entender algo, el conocimiento que tenemos no es de las muchas sillas donde nos hemos sentado, es el conocimiento de esa silla ideal, de ese concepto abstracto, que nos permite ver algo y saber que es una silla.

Es así que después de más de 25 siglos, seguimos creyendo que para conocer algo, tenemos que pensarlo como un concepto en nuestra mente. No recordamos cada silla donde nos hemos sentado, pero recordamos una versión general de las sillas. El conocimiento es conocimiento abstracto. Aprender “Verdaderamente” es aprender con ideas mentales.

Varias son las consecuencias de esta manera de pensar, pero además de haber cambiado nuestra manera de pensar el conocimiento, también se inferioriza el conocimiento que no es mental, que no es abstracto: el conocimiento práctico, el conocimiento que hacemos en nuestra interacción con el mundo, con nuestros sentidos, con nuestro cuerpo, nunca será “perfecto”, nunca será “verdadero”. Nuestro cuerpo comienza a ser considerado no sólo como diferente sino como “inferior” a nuestra mente. Más aún, todo lo corporal o físico, es decir la naturaleza física, es degradada, inferiorizada por ser física y por no ser “perfecta” como las ideas. Se empieza así a abrir la brecha entre naturaleza y humanos pensantes. Habrá que llegar a la modernidad para terminar de abrir esta grieta.

Reflexionar

Pero no todas las culturas ven la realidad ni el conocimiento de esta manera. Tampoco todas las culturas creen que exista un ideal o algo perfecto. La perfección es también una idea más. Algo “ideal” no existe por definición. Pero a veces, de tanto pensarlo creemos que puede existir. ¿Qué piensas tú? ¿Para qué sirve la “perfección,” la idea de la perfección, el concepto de perfección si no existe en nuestro mundo cotidiano?

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Paisajes Copyright © by Michael Arnold; Alejandra Takahira; Anne Hoffman-Gonzalez; and Stephanie Anderson is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International License, except where otherwise noted.

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